sábado, 26 de enero de 2013

Chill 34

-Pauli... Pauli -su voz seguía insistiéndome a que abriera los ojos. 
Tal vez era Aki, o quizá Eero, no sabía con exactitud quién de los dos me llama. No quería abrir los ojos, no deseaba saber de mi, más que estaría con Lana. ¿En que había fallado mi muerte? 
Suspiré y me decidí a despertar por fin. En mi derredor había médicos, ¿estaba en un hospital? ¿En que momento había llegado hasta aquí?, seguí con la mirada fija hacia el frente donde me indicaba que el doctor estaba esperando a que respondiera.  Su mirada penetrante no modificó mi posición, pero a penas notaba la piedad que me tenía, ¿acaso daba pena mi situación? Ó ¿por qué me observaba de esa manera en la que estuviera esperando una explicación mía?. 

No le diría las razones que tenía para querer morir, tampoco le diría qué cantidad de somníferos tomaba por noche ¿para qué? Ahora ya no servía de nada. 
Comencé a girar mi cabeza para ubicarme con exactitud y noté que el hospital era el mismo donde estuvo mi esposa, el mismo donde había... muerto. 

-¿Se encuentra bien Sr. Rantasalmi? -preguntó el doctor al ver mi cara de sorpresa. 
Afirme con la cabeza. 
-Bueno sólo venía a informarles que su esposa ha respondido bien al tratamiento será trasladada a la sala de recuperación y puede pasar a verla cuando guste. Con permiso -se fue mientras por la impresión me levantaba del lugar donde estaba. 

-Un sueño, todo ha sido un sueño -susurré. 
-¿Qué dices amigo? -preguntó Aki poniéndose de frente y tomándome por los hombros. 
-... necesito ver a Lana... Te contaré ahora que salga. 

Lo deje ahí medio sorprendido por mi contestación, pero no importaba, tendría tiempo de sobra para contarle mi sueño, ahora lo único y lo más importante era ella, mi mujer. 
Caminé tres pasillos, los más largos de toda mi vida hasta que por fin estaba frente a la puerta de recuperaciones.

Y, ¿sí era otro sueño?

Volví a suspirar, puse mi mano sobre la manija y giré. 
Poco a poco fue abriéndose la puerta y con ella entraba yo. 

Lana.... 

....

....

....

....

....

....

Sí esto era un sueño, valía la pena soñarlo, mi Lana, mi bella Lana tenía color en sus mejillas, respiraba, su corazón latía, no pedía nada más. 
Tomé su mano y aspiré su olor, le plasme un beso muy pequeño sintiendo la suavidad de su piel. Me hinque para admirar de cerca su respirar, sus facciones llenas de vida, eran completamente distintas a las que tenía en su... funeral. 
Estos momentos me hacían sentir nuevo, lleno de esperanza... No quería despertar.  

Comencé a llorar ocultando mi cara en las sábanas de la cama y a sollozar suavemente. 
Una mano pasó por mi cabeza y llegó a mi cuello, creí que era alguien que venía a interrumpir mi escena, mi momento con Lana, pero no fue así. 

-¿Qué tienes amor? -esa voz, era ella, me llamaba, me hablaba. 
Levanté mi cabeza con mucho cuidado y la luz de sus ojos chocó con los míos, me sonrió y limpió las gotas de agua que yacían en mis mejillas. 
-Cariño no me dejes despertar... 
-¿De qué hablas Pauli? -preguntó sorprendida-, y ¿por qué estoy aquí? 
-¿No recuerdas nada? ¿cómo sé que no estoy soñando? -Lana seguía ahí, moviendo sus ojos de un lado a otro, mirándome confusa y tratando de entender que estaba pasándome. 

-Pauli... no entiendo nada. 
Sin decirle nada más, me acerqué a besarla. El primer contacto fue tan mágico que pude saber que mi Lana era la misma chica que solía ser antes, la mujer de mi vida con un corazón que latía. 
Me separé y esperé un instante provocando nuevamente la duda en ella. 
Me miró más confundida aún pero esperó a que fuera yo quien hablara primero. 
Una vez estando seguro de que no estaba siendo víctima de mi imaginación, me senté a su lado y le expliqué que había pasado, me dijo no recordar nada de lo que le conté y dijo estar tranquila para regresar a casa. 

Tocaron la puerta y supuse que era Aki quién llamaba, se asomó antes de entrar y llegó con toda calma al pie de la cama. 
-Eres una mujer muy fuerte Lana, me da gusto que estés con nosotros nuevamente. 
-Gracias Aki, aunque no recuerdo que sucedió con exactitud pero espero pronto regrese mi memoria -le sonrió a mi amigo y buscó tomar mi mano entre las suyas. 
Mi miedo y mi dolor habían desaparecido, aquel sueño se había quedado en sólo eso, un sueño, un mal sueño. 
El doctor entró y sonrió al vernos tranquilos. 
-Me da gusto que se encuentre bien, ahora vengo a decirle que necesita reposo, sí se porta bien le daré de alta en un par de días, no creo que sea necesario que permanezca más tiempo aquí. Ya hemos revisado cuidadosamente todos sus signos vitales y al parecer no hay problema mayor, me gustaría que viniera después de que recobre la habilidad de sus extremidades para hacerle un nuevo chequeo y asegurarnos de que todo se encuentra en orden. A menos, claro está, que algún órgano haya cambiado su posición, me veré en la necesidad de retenerla nuevamente -el doctor rió en muestra de su pequeño chiste y salió de la habitación. 
Aki dijo que iría a avisarles a los demás y nos dejó solos. 

-Y bien... Ahora me vas a decir ¿Cual era la razón de tu llanto? 
-No... Ahora no. Quiero estar seguro de no estar soñando... -dije casquibajo.
-¿Seguro? -preguntó poniendo una mano sobre mi barbilla para levantar mi cabeza. 
-¿Me das otro beso? -sonreí. 
Juntamos nuestras bocas nuevamente, parecía increíble pero estaba seguro de que mi realidad era ella, que mi terrible pesadilla había terminado y que por sobre todas las cosas mi futuro estaba a salvo por ahora. 
Mikko entró en el cuarto, esbozó una media sonrisa en muestra de felicidad pero había algo en él que no estaba bien, lo conocía y a pesar de todo lo sucedido ya no sentía rencor por él. 
Mis temores borraron todo pensamiento malo de las personas que me rodeaban, comenzaba a sentir un cambio en mi interior que me hacía sentir bien, un alivio por perdonar a aquellos que algún día nos hicieron mal.
-Me da tanto gusto verte bien... -dijo aunque con unos ánimos bajos. 
-Gracias Mikko, pero ¿qué te sucede? Te noto extraño. 
-Flavia... 
-¿Ella está bien? -cuestionó exaltándose.
-Sí, sí tranquila... Lo que sucede es que tuvimos unos problemas y... Peleamos. Me dieron el resultado de sus análisis y ella está... embarazada... -Lana tenía una perplejidad en su cara, creo que no creía que fuera cierto pues, por lo que sabía de boca de mi mujer es que no deseaba tener niños. 
-¿Y ya lo sabe ella? 
-No. Aún no la he visto, peleamos muy fuerte ayer y no quiero buscarla, necesito tiempo... - buscó sentarse cerca de nosotros, tenía la confianza y quería apoyo de ambos.
-Mikko... Es tu hijo... No pienses en dejarla ahora que viene en camino, date cuenta que daño les causarías a los dos, además no me extrañaría que sus cambios sean a causa de su embarazo, pregúntale a Pauli cómo le fue cuando recién comenzaban a crecer mis niñas dentro de mi.  
-Mikko habla con ella -dije tratando de hacerlo cambiar de opinión-, sé que puede ser difícil para ti un bebé, pues no has tenido uno, y también sé que puede ocasionar muchas cosas, pero Flavia es tu novia y la chica con la que siempre soñaste estar. Yo con Lana tuve la felicidad que siempre busqué y gracias a ella cambié tantas cosas que jamás hubiera logrado solo, estas de acuerdo que Flavia logró lo mismo contigo. No desperdicies el tiempo y búscala, de ahora en adelante ella y tu hijo serán la luz de tu vida. Te lo puedo asegurar -Mikko me sonrió en muestra de agradecimiento y con los ojos cristalizados afirmó que haría algo. 
-Le dije cosas muy feas... No creo que después de eso quiera estar conmigo... -dijo Mikko mientras limpiaba el agua de sus ojos. 
-... No pierdes nada con intentarlo, ella te ama y tú también la amas, siento que desde el accidente cambiaron muchas cosas, pero eso no debe de alterar tus sentimientos sí no es para bien de los dos. Por lo menos inténtalo. 
-Lo haré Lana... Pero no ahora, necesito tiempo para mi y para pensar todo -ella acarició su mano y le regaló una sonrisa de esas que suele darme a mi cuando estoy desalentado. 

En eso, la puerta se cerró y los tres volteamos bruscamente, la cortina que se encontraba justo antes de cruzar la puerta impidió que viéramos de quién se trataba. Mikko y yo nos levantamos de inmediato y salimos a ver de quien se trataba. 
Él se adelantó y detuvo a Flavia que caminaba aprisa, dio la media vuelta para encarar al hombre que había detenido su paso y mostró una cara llena de dolor y un llanto imparable, él la abrazo y besó su frente, ella respondió más efusivamente y recargó su cara sobre su pecho. 
-No lo voy a tener -alcancé a oír de lejos, mientras comenzaban a separarse-, tendrás una vida sin preocupaciones y nada que te detenga para ser feliz. 
-Flavia... Por favor... -colocó ambas manos en sus hombros-, yo no esperaba que las cosas fueran así... 
-No me importa Mikko, yo lo sabía antes del accidente, pero no encontré el momento para decírtelo, estabas muy afligido. Ahora ya no puedes detenerme, la cita está hecha y no voy a tener al bebé. Es mi última palabra. Lo que hubo entre nosotros dos se borrará, entendí que sólo fui la causante de muchas desgracias y no quiero ser el obstáculo que detenga tu vida y tus deseos. 
-No lo hagas... 
-Es tarde ya... Tú y yo terminamos... -Flavia estaba por irse cuando Mikko tomó su mano deteniéndola y se hinco ante ella. 
-Sí tú y yo terminamos esta relación que sea para que iniciemos una nueva etapa... Marichiani ¿Te casarías conmigo? -Flavia estaba apunto de interrumpir su proposición pero él continuó, haciéndola enmudecer-. Nada me ata a ti que este amor que te tengo y sí te perdiera hoy, mañana estaría en busca de ti y de nuestro amor, jamás me sentí tan seguro de compartir mi vida con alguien hasta que te conocí. Quiero darle una familia a mi hijo y quiero que seas tú la única persona que se haga cargo de llenar mis días de amor y armonía como hasta ahora. Jamás me casaría por compromiso, mi compromiso es contigo y con mi pequeño que viene en camino. Perdóname sí llegué a dudar que te quería, perdóname sí algún día te hice mal y perdóname sobre todas las cosas sí he sido una mala pareja. Sí hoy aceptas mi deseo de que seas mi esposa seré el marido que esperas sea para ti -Flavia le pidió a Mikko que se levantara y este así lo hizo, limpiándose una lágrima que apenas corría por su mejilla.
-Sí Mikko, acepto casarme contigo. 
Enfermeras y parte de los familiares que yacían ahí, aplaudieron las palabras de Mikko y la respuesta de la ya prometida. Ellos se abrazaron y se besaron calurosamente. Caminaron hacia mi y abrí la puerta para dejarlos entrar. 
-¿Pauli? ¿Qué sucede? -preguntó Lana cuando escuchó la puerta. 
-¿Se puede? -dijo Flavia apenas cerca de la cama de mi esposa. 
-¡Flai! ¡Qué sorpresa! -contestó llena de felicidad-, Mikko... ¿Ya lo arreglaste? -él asistió con la cabeza de abrazó a su novia por la cintura. 
-Perdóname Lana... No quise... -callo a la interrupción de mi esposa.
-Flai ya nada importa... Me da gusto que estén juntos y que Mikko haya sentado cabeza rápidamente, por mi no te preocupes, espero el jefe no me corra, de verdad amo trabajar contigo y que seas mi amiga... Sólo he de pedirte una cosa... Aléjate de mi durante tu embarazo... -todos reímos a la par de su broma, Flavia se soltó de su prometido y corrió a estrechar a Lana tiernamente, ella respondió el abrazo y sonrió con lágrimas en sus ojos. 


Las semanas siguientes a la recuperación de Lana, llegaron visitas, entre ellas la de sus padres y su jefe que se disculpo por no asistir al hospital, pagó los gastos que se hicieron y también se hizo cargo de la incapacidad de mi mujer. 
Poco a poco Lana fue reintegrándose a su vida normal y con ello a las rutinas que salíamos tener antes del accidente. Flavia preparaba su boda y en tanto y tanto hacían corajes por los continuos achaques de la futura novia, apoyábamos en todos los preparativos y también del baby shower, donde nos habíamos enterado que el bebé que esperaban era varón.
Para mi eran fascinantes pasear por las calles buscando vestidos y detalles cuando había necesidad de buscar cuando Flavia -que casi siempre- no le convencía nada de lo veía, por que recordaba mi feliz matrimonio con Lana, el día en que fue mi mujer ante Dios y ante el mundo entero. 



Lauri y Damara hacían viajes con la pequeña Jaaila y Julius, volvían antes de conciertos o en fechas importantes como cumpleaños de alguno de nosotros.  




El día en que las gemelas cumplieron estuvieron aquí con regalos para ambas y para John también. Ellas corrían de felicidad y brincaban de un lado a otro, crecían rápido y sabía que pronto dejarían de ser las princesas de papá y se convertirían en reinas en un abrir y cerrar de ojos. 
En lo que refiere a mi, moría por tener otro bebé, aunque dudaba sí Lana deseaba lo mismo, las niñas crecían y me exigían mucho tiempo, querían viajar y su madre trabajaba todo el tiempo. Su abuela y yo las consentíamos demasiado, Lana se enojaba conmigo pero, ellas eran lo mejor que me había pasado después de John. 





Al término del festejo, caímos rendidos en la cama y antes de dormir me decidí a hablarle a Lana de aquel sueño que tuve cuando ella se encontraba en el hospital. 
-¿Recuerdas aquel sueño del que no me atreví a hablar el día que despertaste de el accidente? -pregunté rodeando con mi brazo la cintura de mi esposa. 
-Amm sí... ¿Hay algo malo? 
-No, quiero que sepas qué fue lo que soñé que tanto temor me causaba... 
-Te escucho. 
-Fue un sueño casi real donde, te perdía, pero no era una pérdida en la cual habríamos de separarnos, sí no de muerte... 
-Pauli... -Susurró mirándome-. ¿Te causa mucho temor? 
-Más del que imaginas, pero eso no era todo, también perdía a nuestra familia, John se iba con su mamá, las gemelas se separaban también y no hacía nada, por ello. Eso fue resultado de tu muerte... 
-No sé que decirte, imagino el dolor que sentiste por que lo sentí también. 
-¿Lo sentiste? ¿Cómo es eso? Y ¿Por qué no me lo habías dicho? -pregunté medio levantando la cabeza por la sorpresa.
-No estaba segura, pero creo después del accidente me adentré en un abismo Negro donde sólo había una luz me detuve a mitad de camino y te escuché llorar. Después no vi nada más y regresé a sentir mi respiración y soñé contigo, un bosque o quizá un paraíso donde estábamos los dos tranquilos y listos para partir juntos. No me preguntes cómo sé que tuve ese sueño, poco a poco fui recordando y me llegaban imágenes por lapsos cortos hasta que pude formar un solo episodio -acomodó su cuerpo para mirarme de frente y poder besarme. 
-Amor ahora que sabes lo que sentí quiero que sepas que te amo, que voy a aprovechar todos y cada uno de los días que estemos juntos, vivir el presente y olvidar el pasado, por que no sabré sí algún día alguno de los dos no estemos para contarlo. No permitiré que mis hijos vivan lejos de aquí y del lugar a donde pertenecen, velaré por ti, por ellos y por nuestra familia para que permanezca unida. 
Quiero que trabajes y que tengas la misma confianza que hasta ahora me has tenido, yo dejaré a un lado mis prejuicios y seré un esposo un poco... Celoso... No me pidas imposibles - reí y plasme un beso sobre su frente -me abrazó pero dentro de ella, encontraba algo que quería decirme.
-Amor, en la mañana me sentí mal y ... 
-¡¡Lana!! ¿Por qué no me dijiste? -estaba a punto de levantarme cuando me detuvo poniéndose sobre mi pecho. 
-Espera... Déjame terminar de hablar. Me sentí mal y no he tenido mi período, quise quitarme las dudas y me hice una prueba casera... -guardó silencio, eso era una sorpresa yo... ¡Podría volver a ser padre!
-¿Y? ¿y? ¿Qué pasó? -pregunté
Ella negó con su cabeza haciéndome perder mis esperanzas... 
-Salió positiva... 
-¿Qué? ¿Hablas en serio? -me levanté frenéticamente de la cama e hice que hiciera lo mismo. 
-Sí hablo en serio... Sólo habría que comprobar pero yo estoy segura de que sí. 
-Amor.... Amor gracias por este hermoso regalo, tiene que ser niño, está vez será niño... ¡Sí, sí! 
-¡Oye! Que no se te olvide que aquí mandan las mujeres... Y de que sea niño eso lo veremos. 

La acerqué a mi y la besé tiernamente ella se adueñó de mi y de las ansias de sentirnos piel a piel. 
Me fascinaba tenerla conmigo y sentir su cuerpo a lado del mío brindándome calor después de hacer el amor, creo que a pesar de todo aún nos queda tiempo por vivir, tiempo que disfrutaré, con mis hijos y con mi esposa. Después de aquel sueño, mi forma de ver las cosas habían cambiado completamente, definitivamente no intentaría comportarme egoísta con la mujer que me da lo mejor de está vida que es su amor y mi familia. En su vientre traía consigo otra parte de nosotros y de nuestro amor, amor que después de todas las calumnias permaneció firme. 
-Te amo tanto mi pequeña... -dije a susurro. 
-¿Sigues despierto amor? -preguntó presionándome con su brazo y su piel desnuda. 
-Duerme amor, yo velaré tu sueño... 
-Duerme conmigo... -tomé la posición en mi cama y la abrace. 

Ahora que me familia estaba a salvo, nada me importaba más que permanecer aquí para ellos y seguir viviendo para tenerlos. Mi miedo a perder a alguien querido me hizo darme cuenta que cuando el amor es verdadero, sobran las dudas y que sí nos tenemos el uno al otro, nada faltará. 
No pensaré más en aquel sueño, me preocuparé por que ella comparta los míos y vivamos de ellos. 



Fin 















¡¡El tan esperado final!!

Muchas se preguntaron por que maté a Lana, ahahaha fue difícil, pero quería darle un giro a la historia, la prota muereeeeeeeeeeeeeeeeeee ahhh que dolor jejeje. 
Aunque algunas sospechaban del sueño ehehehe :D

Bueno quiero agradecerles por seguir Winter y Chill hasta el final, por comentar y por ponerle salsa a esta mini fic (de 34 caps :DD). Mi primera Fic. 
Gracias, por que sin ustedes no hubiera sentido que la historia valiera la pena como llegué a pensar. Siempre estuve al pendiente de cada uno de sus comentarios y  cada uno de ellos es especial para mi ya que siempre me sacaron muchas sonrisas en cada palabra que me escribían.

Bueno  no soy una mujer de muchas palabras pero gracias chicas y chicos que estuvieron aquí. Espero que les haya dejado algo bueno esta historia. 

Gracias!!!!!!!


miércoles, 23 de enero de 2013

Chill 33

Mikko


Regresé a casa con la mente en blanco, pues sabía que cuando discutía con Flavia tenía que darle tiempo para pensar las cosas.
La vería al día siguiente, esperando que sus ideas extremistas de que mi amor por Lana fueran pasajeras. No quería perderla, ella era lo único bueno de toda mi vida y la mujer con la que pasaría el resto de mis días.
Me era difícil entenderla, a veces y varias ocasiones, notaba su molestia aunque no entendía por qué, Lana era su amiga y confiaba ciegamente en ella, pero el celo que tenía por haber estado en mi vida antes que ella, provocaba su depresión y sus impulsos inconscientes de alejarla de mi.
Nuestra rutina nunca cambiaba así estuviéramos molestos, podíamos pasar días en la misma situación, aunque incómodo era para mi, hacía las cosas creo yo, inconscientemente.

Salí temprano de casa, la noche había sido pesada para mi, con este tipo de problemas normalmente conseguía insomnio sin solución. Fui pensando la mayor parte de mi camino qué era lo que detonaba los celos de Flavia, pero siempre terminaba en la misma conclusión de que imaginaba cosas de más.
Estaba a un semáforo de llegar al lugar donde pasaría por ambas chicas pero un tumulto llamó mi atención.
Acababa de ocurrir un accidente que ocasionaba un poco de tráfico en la avenida, y la gente rodeaba a la víctima mientras los policías de tránsito se acercaban.
Estacioné el auto a unos pasos del incidente, pues, no podría pasar con el más allá del cruce de peatones.

Comencé a mirar a mi derredor hasta que una joven que se encontraba en el suelo, capto mi vista, comenzaba a levantarse y a descubrirse su cara con la melena de cabello que me era tan familiar. Al encontrarme con esa cara descubierta, un frío helado recorrió mi cuerpo de pies a cabeza, mi mente quedó en shock e instantáneamente voltee a donde la gente ya rodeaba aquel cuerpo de una mujer que no había identificado.
Tomé a Flavia por los brazos antes de que se lanzara a cuerpo de la víctima. Comenzaba a imaginarme lo peor, sí Flavia buscaba ir a donde estaba la otra chica entonces... era Lana la que se encontraba ahí.
La solté sin pensarlo y pase sobre la gente haciéndola a un lado, permanecían de pie esperando la ambulancia, me acerqué un poco más y ahí estaba ella, mi Lana, inamovible e inconsciente con un golpe en su cabeza emanando sangre.
Me quedé frío, me hinqué a su lado y busqué moverla pero algunos policías de tránsito me lo impidieron. Comencé a lamentarme, a llorar por el miedo que invadía mis entrañas, era mi amiga y con el tiempo estaba convirtiéndose en una hermana, ella no podía estar así, tumbada en el pavimento medio muerta.

Alguien me ayudó a levantarme y mientras lo hacía Flavia se posaba en mi pecho buscando consuelo y de ese mismo consuelo que le brindaba yo, me alimentaba para sosegar mi alma.
Los paramédicos llegaron y rápidamente la acomodaron para trasladarla al hospital.

Subí rápidamente al auto después de acomodar a Flavia que permanecía en shock, intenté preguntarle que había sucedido pero no me dijo nada. No la presioné, sabía que lo haría una vez que estuviera lista, pero comenzaba a sospechar que ella había tenido algo que ver en ese accidente.
Corrimos a la par de la camilla donde era trasladada, escuché que sí no era atendida de urgencia podría perder la vida y que se buscaba la atención inmediata. Una vez que vimos que entraba a una sala mi novia sacó su celular y me daba señas de que llamara a Pauli, pero no pude hacerlo e hice que la llamada la atendiera ella. Con dolor en su alma apenas bufó lo que acababa de suceder.

No tardó mucho en que llegara y cuestionara que sucedió, le pedí que no hiciera hablar a Flavia ya que no iba a hacerlo, en esos momentos llegó Eero y acompañó a Pauli en lo que yo permanecía a lado de ella.
Nos quedamos la mayor parte de la noche en ahí, cuando llegaron Lauri y Aki a relevarnos pudimos ir a dormir un poco.
Por obvias razones no fui lo suficientemente fuerte para dejar sola a mi novia, algo muy dentro de mi me decía que las cosas no estaban bien, le comencé a sentir coraje sin ninguna explicación, jamás había experimentado una sensación así.

Con el pasó de los días Flavia comenzaba a mostrarse más culpable, me daba la impresión de que tenía miedo a hablarlo y que sí me lo decía, muy segura de predecir las cosas la dejaría. En ese lapso de tiempo tuvo una crisis nerviosa que fue provocada por una discusión fuerte que tuvimos en esos días por que no quería alimentarse como debía. La atendieron en el hospital y la mandaron a hacer varias pruebas para comprobar que se encontraba estable en todo lo demás.

-¿Por qué no me dices las cosas? Sé que tuviste algo que ver, de lo contrario esas crisis que te dan no estarían delatándote.
-Mikko, no quiero hablar del tema.
-Cómo quieras...

Bajé por unos cafés y a mi regresó me encontré con que Pauli estaba ahí, sentado a un costado de ella. Apresuré mi paso y noté que le preguntaba qué había pasado.
El medicamento surgió efecto dentro de ella ayudándole a narrar el trágico accidente.

Una vez que comenzó su relato me di cuenta de que sus celos por Lana habían provocado su ira llevándose con eso el incidente. Pauli escuchaba atento y negaba con su cabeza las palabras que oía de la boca de mi novia, no veía gesto alguno que ocasionara molestia o tristeza, sólo resignación.
Terminando el relato se puso de pie y volvió a su lugar.

Yo no tuve palabras para decirle o reprocharle algo, la bomba se activó al ver a Lana inconsciente y sabía estallaría en algún momento de nuestra relación.
Mis sentimientos estaban ocultos y mostré cierta indiferencia para con ella, era inevitable, pero también de la misma forma, tan estúpido pelear por una tontería.

Los doctores no nos mostraban cambios y eso comenzaba a desesperarme, Lana debía salir con vida de esta, de lo contrario todo el coraje e ira de sus allegados recaería en alguien que actuó por impulso e irritación.
Pauli hacía unas llamadas, me temía encontrar a Damara aquí, sí ella llegase a enterarse de quién había sido la culpable de todo esto, Flavia no viviría para contarlo.

Más tarde salimos del hospital y tenía horas que no cruzaba palabra con ella, me miró en cuanto su mirada chocó con la de aquella mujer que en mis pensamientos se cruzó al finalizar su relato. Damara llegaba de la mano de Lauri buscando aprender a Flavia de alguna manera.
No la conocía lo suficiente como para juzgar el futuro de mi acompañante, pero por lo que sabía era una mujer de armas tomar.

-Y caminas con toda la tranquilidad que pude tener una persona que no tiene culpas... ¿Te sientes bien de ver a Lana en donde está?
-Yo... Yo... -tartamudeo Flavia-, no fue.. mi intención...
Una cachetada volvió hacia mi la frágil cara de mi novia. No hablé, ni reclamé en absoluto nada.
-Eres una perra como todas las arrastradas que conozco, hipócrita, mala amiga, tiraste a su suerte a la que siempre vio por ti, por tu relación, por la seguridad de que tu novio y tú estuvieran juntos -Lauri intentaba detener a Damara, pero ella solía ser más rápida que cualquier chica que conocía y soltó otro golpe a la cara de Flavia.
-No eres nadie para juzgarme... -intentó defenderse mientras ponía una de sus manos en su mejilla.
-Pero claro que lo soy, yo sí sé lo que es perder una amiga, un amor gracias a las mentiras, y sí no hubiera sido por el imbécil de tu novio Lana y yo, jamás nos hubiéramos distanciado. Pero,  ¿Acaso crees que nadie iba a decirte nada? O ¿por que Pauli aparente que esté bien y no haga reclamo alguno te ibas a ir con las manos limpias?. Pues yo estoy para defender a esa mujer que lucha entre la vida y la muerte, gracias a una histérica que mandó al carajo su amistad por un hombre que ni siquiera vale la pena -me miró a mi, sin escrúpulos, sin temor-, y tú ¿Cómo puedes estar con esta loca que no confía en ti?
-Dam vámonos... -dijo Lauri jalándola de su cintura.
-Esto... No se queda así, y mientras no te encuentre sola por que te juro que soy capaz de arrastrarte por toda la cuidad y sí algo malo le pasa a mi amiga, ten por seguro que te refundo en la cárcel y antes de que te lleven, te medio mato ¿oíste? Ruega por la vida de mi amiga, de la tuya me encargo yo.
Lauri se la llevó de ahí llamándole la atención, Flavia comenzaba a llorar, yo estaba inseguro de cómo actuar, subimos al auto y fuimos directo a su casa.

Entramos, pero no sabía a ciencia cierta sí debía quedarme o no, sí debía dejarla o acompañarla, había entrado en un trance de coraje conmigo mismo por nunca saber manejar la situación, siempre deje que ella la manejara y quiera o no, las decisiones eran casi siempre de mi novia.
No la culpaba, al menos para mi, ella era inocente aunque no sabía sí de verdad lo que había pasado era un accidente. Tenía miedo de perderla y la estaba juzgando aunque no me correspondiera a mi, pero Lana estaba muriéndose y sí le pasaba algo, yo no sería el único que estaría decepcionado.

-Hace mucho que no me dices nada. ¿estas enojado?
-No, Flavia no estoy enojado -contesté seco y sin muchos ánimos de platicar.
-¿Mikko? Es por lo que escuchaste ¿verdad? -intentó acercarse a mi, cosa que rechacé-. Mikko por favor...
-Flavia déjame asimilar las cosas. Nos vemos mañana -di la media vuelta para llegar a la puerta pero rápidamente ella se puso a mi frente.
-No puedes dejarme sola -dijo mientras tomaba mis manos entre las suyas.
Agaché la cabeza mirando su acción pero proseguí con querer salir de ahí.
-No hagas las cosas más difíciles, nos vemos mañana te lo prometo.
-No, Mikko tú no puedes dejarme sola, seguramente te vas a verla, a quedarte en el hospital.
-Flavia ¿hasta cuando? Tienes que quitarte esas ideas estúpidas que tienes de creer que siento algo por Lana, y sí fuera o no para el hospital es problema mío, no tengo por que darte explicaciones de todo lo que hago. Esta noche quiero estar solo.
-No cabe duda que la amas, que la sigues amando, sí te hubiera contado lo que sucedió desde hace días hubieras hecho esto... Tú quieres dejarme por ella. ¿cuándo pensabas decírmelo?
-Decirte ¿qué? ¿Qué esa mujer a la que juzgas la quiero como a mi hermana? -en los ojos de mi novia veía dolor, pero un dolor que transformó todo en odio y una cachetada contra mi-. Escúchame bien Flavia y que te quedé bien claro -agarré sus manos con fuerza-:  No voy a permitir que sigas teniendo ese tipo de actitudes, sí quieres estar conmigo deberás de controlarte, de lo contrario sabes de ante mano que conmigo no estas a la fuerza, y sí sigo en el hospital es por causa tuya, por que de haber visto las cosas como son y no como las quieres ver, nada de esto estaría pasándonos. Por el momento no quiero hablar, mañana yo mismo recogeré tus estudios. Piensa las cosas y recapacita.
-Nada de esto es mi culpa como tú lo quieres hacer ver, sí no fuera por tus actitudes cariñosas con Lana, yo jamás habría peleado, yo no soy la única culpable, ¡no lo soy!
-Tal vez no lo eres Flavia, pero ¡estas volviéndote loca! No soportaría vivir así contigo, no cuando sé que tu cabeza crea cosas que son mentira. Mi confianza está perdiéndose por que no sabes controlar lo que dices, por que tu miserable existencia está sobre los demás y por que buscas siempre a quien culpar  de tus errores para sentirte bien contigo misma, no tengo por que cargar con tus culpas todo el tiempo, no quiero ser el malo, ni debería siquiera de decirte esto...  Y lo peor de todo es... que ya no sé sí de verdad te amo...

Salí de ahí con el corazón semi destrozado pues sabía que sí terminaba con ella lo destrozaría por completo.
Llegué nuevamente al hospital y miré a Pauli que dormía en uno de los sillones de la sala, me acomodé cerca de él y lo miraba frecuentemente. Llegó la mañana y yo no había podido pegar el ojo en toda la noche me levanté para ir a pedir los resultados de los estudios de Flavia y me detuve en recepción.
Rápidamente me los entregaron y justo antes de abrirlos vi que corrían alarmados varios enfermeros y doctores hacia un solo lugar. Una de ellas gritó "Sala de terapia intensiva", continuaron corriendo de un lado a otro, intenté acercarme pero no logré ir más allá de donde me encontraba.
De repente me di cuenta de que en mis manos continuaban aquellos estudios, miré el sobre y lo abrí.
Todo estaba normal en ellos pero hubo un código en sangre que no supe descifrar y le pregunté a la misma enfermera que me los dio.

-Srita. ¿Qué quiere decir esto? -señalé un lugar específico en el papel.
-A ver permítame un segundo su hoja -se la llevó a sus manos y sonriendo me la devolvió.
-Felicidades va a ser papá.

Me aparté, mi mundo estaba cerrándose en ese momento, Lana estaba allá muriéndose y yo aquí sin saber que hacer, jamás hablé con Flavia de un bebé, jamás lo meditamos y ahora tenía en su vientre un hijo mío, algo que era parte de mi y de los dos.
Me sentí vacío pero no quería verla, me haría daño en buscarla y decirle que nuestro amor estaba dando frutos, por que ahora no sabía sí deseaba estar con ella, no sabía sí de verdad quería vivir con ella. Todo este altercado me dolía y haberle dicho que dudaba de mi amor fue la gota que derramó el vaso...



martes, 22 de enero de 2013

Chill 32

Mis ojos me pesaban, quizá, de tanto llorar. Con trabajo me levanté a mirar nuevamente donde dormía la que fuera mi mujer, seguía ahí, intacta irreconocible, sin fuerza y sin carisma.

-No importa que me dejes solo Lana, prometo llegar hasta a ti...

Sentí una mano tocar mi hombro en muestra de compasión, de apoyo, pero poco me importó por que seguí inmóvil de frente a la caja.
-Pauli es hora... -esa voz pertenecía a Aki que anunciaba la partida de Lana hacia el cementerio.

-¡Mamitaaaaaa! -se oyó un lamento doloroso que provenía de Kathie corriendo a mi-, ¡¡mamita no te vayaaas!!

Acababa de destrozarme el alma al ver a mi pequeña llorar de una manera inconsolable ¿Cómo llenaría ese vacío? ¿Cómo apaciguaría su corazón ante esta pérdida?
Simplemente no podría hacerlo.

-¡No mamita, no me dejes...! -imploraba.

Su abuela la tomó entre sus brazos brindándole tranquilidad, mientras miraba a John llorar silenciosamente y diciéndole adiós. Kim permanecía pasiva con la mirada fija en la caja donde estaba su madre sin moverse, sin respirar, por la forma en que se mantenía fija. Momentos después dio la media vuelta para encontrarse frente a su abuela materna que la llevó de la mano afuera.

Los gritos de Kathie comenzaban nuevamente al ver que se llevaban el ataúd, su desesperación por no poder detener la acción ocasionó un llanto interminable de frases pidiendo de vuelta a su madre.
Flavia miraba detenidamente a la niña, acongojándose en la miseria por la culpa que de ella nacía en esos momentos.



La despedida antes de que fuera sepultada fue más triste aún, Kathie no paraba de llorar, sentía un inmenso hueco en el alma por no poder consolarla. John de pie a un lado mío sólo observó la manera en que la tierra comenzaba a cubrir lo que era ya la nueva casa de Lana.
Kimberly se mantenía distanciada y en manos de su abuela Martha, el señor Carl sufría en silencio la ausencia de su hija, el dolor de su partida.
Nuestros demás allegados con tristeza y lágrimas en sus ojos, lanzaban flores y rosas mientras en mi mente seguía esa canción que era de mi Lana.


She's fading away
Away from this world
Drifting like a feather
She's not like the other girls...


Volvimos fatigados, subí a la recámara donde algún día compartí mis noches con Lana, me tumbe en ella no sin antes cerrar la puerta con llave. Suponía yo que mis suegros se quedarían unos días aquí, así que mi madre podía hacerse cargo de ayudarlos a su instalación.
Cerré mis ojos en cuanto pude y comencé a soñar, sabía que era un sueño, pues ella estaba ahí mostrándome la felicidad que había sentido de vivir junto a mi. Caminaba feliz y sonriente, me hacía enojar por que no me dejaba besarla, acariciarla y tocarla, se acercaba a mi para enviarme besos que se convertían en mariposas y se adherían a mi piel. Seguía corriendo y el vestido blanco que portaba jugaba con el aire que ella creaba de las vueltas que iniciaba. No me decía nada no me hablaba sólo jugaba...




Me desperté después de oír con atención que llamaban a mi puerta, no queriendo fui a ver quién era, y me llevé la sorpresa de encontrar a mis tres pequeños esperando por mi. Pasaron rápidamente y volvieron a cerrar para que nos acomodáramos en la cama y compartir esa noche juntos.
Dormí hasta llegar la noche del día siguiente, sin recordar nada de lo que había soñado, sólo mi sueño con Lana.

Varios días los pase así, sin querer salir de mi habitación, no sabía que sucedía en el exterior de ella, y tampoco quería saberlo, buscaba la forma de encontrar a mi Lana en algún sueño como aquella vez pero no tenía éxito y eso comenzaba a deprimirme.
La separación de mi familia comenzó a dar señales cuando descuide a mis pequeños, mi madre me insistía por que viera por ellos pero no concebía verme lejos de mi cuarto, oscuro cuarto en que se había convertido para que permaneciese con mis recuerdos y mis lamentos constantes por estar solo en ese lugar.
Mis hijas me buscaban frecuentemente pero rechazaba verlas, el parentesco con su madre fue radicalmente fuerte después de que ella falleció. Kimberly era su vivo retrato, lo que me era más difícil aceptar que la mujer que dio fruto a nuestro amor ya no estaba, ya no volvería y que de ella sólo quedaban mis hijas, lo que ocasionaba que las rechazara constantemente.
Mi mundo se destrozaba, yo no podía vivir así, viendo sus pequeñas caritas y sufriendo por no poder tener a su madre de vuelta. Las alejé de mi, corrí a John y su madre vino por él diciéndome que no los buscara nuevamente.
Me dolía pero estaba haciendo lo que creía que era mejor para ellos.
Pasaron meses, quizá, más de cuatro cuando mi madre molesta me dijo que viera en que forma mantendría a las niñas, sí no buscaba la forma de volver a vivir, moriría pronto dejándolos huérfanos a los 3, yo le contesté que dejara de meterse en mi vida y que sí no sabía cuanto era lo que sufría que no me juzgara por lo que no hacía.
Días más tarde llegó Eero diciéndome que mi madre acordó con mis suegros quedarse una niña y ellos otra, ya que me había olvidado de ellas, intenté defenderme pero sólo y lo único que pude decir fue... "Es lo mejor para las niñas".
Intentó cambiar mi opinión, tal vez mi punto de vista, pero no logró más que enfurecerme por no respetar mi luto y no apoyarme en mis decisiones. Renuncié a la banda, a todo contacto con ellos y a todo lo que un día me hizo feliz, por que ahora ya no causaba en mi, ningún tipo de sentimiento por volver a hacerlo.

Me adentré a mi mundo en busca de mi Lana con la esperanza de encontrarla en uno de mis tantos sueños y así poder apreciar su hermosa cara, perfecta como la naturaleza, irradiando luz y claridad en su mirada, en una mirada de ángel.
Algunos días más permanecí así hasta que llamaron a mi puerta. Me levante a abrir, fuera de ella se encontraba Kimberly con una mirada pasiva y desalentada, me contemplaba sin mostrar algún sentimiento en específico.

-Vino el abuelo Carl por mi. Adiós papá.

Cerré nuevamente la puerta, pues antes de que pudiera decir nada ella ya se había marchado dejándome ahí, sin poder despedirme. Ella que en sus ojos veía a Lana, también me había dejado solo, sin poder decirle cuanto era lo que la amaba.

Cada fin de semana venía mi madre con Kathie pero no salía de mi habitación a menos que algo me hiciere salir de ella. La niña llegaba a ese lugar donde la ventanas y cortinas permanecían cerradas y no daban paso a la luz del exterior, se sentaba en mi cama y me decía "Papito te extraño" rozaba con su pequeña mano una de mis piernas y salía de ahí.
Hubo una ocasión en que me desperté de malas que todo mi coraje e irá los recibió mi niña. Le dije que era una tonta, que siempre buscaba meterse en mi vida y no me dejaba en paz, con lágrimas en sus ojos me respondió:

-Papito ¿por qué me odias tanto?

No supe que decirle en esos momentos, sus pequeños ojos irradiaban dolor y decepción. Le pedí una disculpa y le dije que me buscara después, se fue y volví a quedarme en mi soledad, dándome cuenta que ya había perdido todo echándolo a perder poco a poco.

Pensaba que si me hubiera propuesto hacerlo jamás lo había logrado, mi mundo se estaba deshaciendo y yo pisaba lo poco que aún me quedaba. Mi madre no intervenía mucho ya, la causa de su distancia fue que la obligué a salir de mi cuarto un día en que me subía el desayuno. Según ella estaba muy delgado y quería verme bien, pero en mi intento de destruir mi vida, la arrastre con mi pena convirtiéndola en una víctima de mi depresión.

Recibía llamadas de Kimberly constantemente diciéndome que me extrañaba, pero esas palabras no salían de ella, Martha su abuela le decía las cosas que debía decir ya que no estaba en toda la disponibilidad de mostrar o decirme lo que sentía, de haber sido por ella sólo habría dicho un hola como respuesta.

-Ya he perdido todo Lana, ya puedes llevarme a tu lado... Ven por mi y llévame de esta miseria en la que estoy viviendo, no podré continuar si conmigo no estas, mis hijas me odian y no soy capaz de estar así, de ver por ellas, de ser el padre que necesitan... Orille a mi propio hijo volver con su madre, les he causado demasiado daño, mis amigos no están, mi madre me dejó, mis fans probablemente me olvidaron ya. Lana... Te lo ruego, llévame, nada vale ya sin ti, nada es lo mismo sin ti.
Lana... Prometiste nunca dejarme, ¡¡lo prometiste!!
Por favor ya no se vivir sin ti. Ya no quiero seguir sin ti.

Incado sobre el suelo me dejé caer, todo comenzó a darme vueltas, me sentía mareado, sabía que iba a morir.
La ingesta de pastillas para dormir me estaban causando mal y añoraba cerrar mis ojos cuanto antes...
 



Cuando abrí mis ojos por fin, me vi rodeado de un campo verde y soleado, el sol quemo un poco mis ojos cegándome unos instantes, cuando fui recobrando la vista noté una presencia enfrente de mi, de vestido blanco y pies descalzos. Me tendió su mano y me levanté del césped donde me encontraba. Lana, era la mujer que estaba de frente a mi.
Mis lágrimas salieron al instante, la abrace fuertemente y comencé a inhalar su aroma, a sentir la suave y tersa piel cálida que me rodeaba. Se distanció un poco para besarme y envolverme entre flores y jazmines, entre pájaros y mariposas que rodeaban nuestro derredor. Una leve brisa recorría nuestros cuerpos y nos levantaba del suelo, no quise mirar abajo y seguí deleitándome de los labios con la aquella mujer que tenía entre sus manos mi alma.
Nos detuvimos en frente de un lago donde me indicó que me sentara, ella lo hizo junto conmigo y acomodando su larga cabellera puso su cabeza sobre mis piernas.

No sé cuanto tiempo permanecimos así, en la nada, pero no me cansaba de mirar a través de sus ojos, acariciar su cabello y verla sonreír al sentir mis caricias.

-¿Estás listo? -preguntó dulcemente.
-Si tú estás conmigo, siempre lo estaré...

Nos levantamos de ahí y tomados de la mano caminamos....
-Pauli... Te amo.
-Y yo a ti amor....




-Pauli...
Pauli...
El doctor está aquí...
Vamos... Despierta...